Ambos surgieron
del estrato popular, eran campesinos, obreros, transportistas pero también
existieron hombres de clase media que en busca de un cambio se iban a la bola,
un ejemplo perfecto son las fotos anteriores a simple vista se ven personas en
armas, la primera y segunda son tropas villistas, la tercera y cuarta son zapatistas.
Lo que podía cambiar era la vestimenta, el arma, o la cantidad de municiones,
esto se debía a la facilidad de las tropas del norte para abastecerse vía
Estados Unidos y en el caso sureño las pocas armas que podían comprar eran a
precios muy alto, incluso se veían obligados a abastecerse quitándole su
suministro a las tropas federales, pero los motivos por los que peleaban eran
los mismos: cambiar su manera de vivir. Ambas comunidades llevaban años siendo
explotadas, humilladas, segregadas, oprimidas y marginadas
La
mayoría de las veces los mandos eran de extracción media como Zapata que aunque
no había nacido en la abundancia, había logrado hacer un capital estable, había
tenido una educación elemental; en cambio Villa nació en la pobreza, en una
familia destinada a servir al patrón y durante 17 años de su vida se dedicó al
bandidaje, sin una educación elemental, aprendiendo de las experiencias de la
vida. Sin lugar a dudas ambos fueron hombres sabios que entendieron el sentir
de la gente y lograron conducir fuerzas armadas sin tener instrucción en el
colegio militar.
En la
cuestión ideológica, Zapata es un parteaguas, sin duda el caudillo más radical que
desde 1910 buscó adherirse al Plan de San Luis por la promesa de la repartición
agraria pero al mostrarse hostil el gobierno maderista, Zapata decidió formular
su propio plan, así nació el Plan de Ayala que bajo el lema Tierra y libertad
propugnaba por la repartición de la tierra que había sido robada por los
hacendados, además se creó una nueva manera de vivir, pues los campesinos se autogobernaban
y solo veían la autoridad en su jefe zapatista local que se reportaba con la
superioridad del ejército libertador del sur.
Villa
se cuece aparte, dentro de sus múltiples leyendas que a veces el mismo
alimentaba existía una en particular que contaba el robo de cierto dinero que
sería repartido entre la banda de bandidos con la que cometía los ilícitos,
pero Villa desapareció con el botín el cual lo fue a repartir entre la gente
pobre. Realmente no podemos saber si el reato es cierto, pero su efímero gobierno
en la capital chihuahuense dejó entrever una actitud similar a la leyenda.
Apenas a unas semanas de tomar posesión confiscó lolas tierras de los
hacendados, éstos sería administrados por el gobierno estatal y al finalizar la
Revolución dichas tierras se repartirían entre el gobierno, los soldados y los
hacendados, por otra parte Villa eliminó los precios especulativos en el precio
del pan, la leche y de la carne que de un peso pasó a 15 centavos además creó
50 escuelas. Si bien es cierto que villa careció de un escrito ideológico, sus
acciones en Chihuahua dan cuenta de lo que él quería para el pueblo tal vez
influido por Gildardo Magaña cuando estuvo recluido en la capital de México.
Ambos caudillos
no pudieron generar mayores logros debido a que siempre estuvieron dominados
por un localismo, Villa en la zona de Durango y Chihuahua y Zapata en Morelos.
Ambos
grupos revolucionarios contribuyeron notablemente a la derrocamiento del
gobierno de Victoriano Huerta, pero no estaba en los planes del primer jefe de
la Revolución, Venustiano Carranza una reforma agraria profunda por lo que las
relaciones con Villa y Zapata se habían enfriado mucho. El conflicto alcanzo
niveles mayores cuando todas las facciones revolucionarias se reunieron en
Aguascalientes para decidir los destinos de la Revolución, todas las facciones.
Menos una la carrancista. En dicha convención se acordó elegir a un general,
Eulalio Gutiérrez, como presidente para que éste convocara a nuevas elecciones;
además se aprobó la entrada en vigor del Plan de Ayala por lo que la repartición
agraria comenzaría de inmediato.
En
diciembre de 1914 las fuerzas populares de la Revolución entraron en la
capital. La foto de arriba sintetiza la lucha armada pues en ella se puede ver:
detrás de los dos cornetas zapatistas, de izquierda a derecha 1. Lucio Blanco
(campesino), 2. Rafael Buelna (estudiante), 3. Otilio Montaño (Maestro rural),
4. Tomás Urbina (cuatrero), 5. Emiliano Zapata (caballerango), 6. Francisco
Villa (bandolero), 7. En medio de ellos Everardo González (campesino), 8.
Rodolfo Fierro (maquinista).
La
toma del poder de un país por parte de las clases populares, esta foto
representa el punto más alto conquistado por las clases populares, En palacio nacional
Urbina, Villa, Zapata, Montaño Y Fierro. Villa sentado en lo que por muchos
años se consideró la silla presidencial, aunque Villa y Zapata no buscaban
cargos públicos, buscaban el reparto agrario de las tierritas.
Ya sea
vestidos de manta o de cuero, con uniforme militar o traje de charro, portando
Remington calibre 30 o Máuser 98, el hartazgo poseído por villistas y
zapatistas los impulsó a matar 2 veces soldados federales y posteriormente
soldados zapatistas en busca de defender los logros alcanzados. Si pudiéramos detener
ahí la historia en el momento en que las clases populares por fin fueron
vengadas por estos héroes sería una de esas historia con final feliz, pero como
la realidad supera a la ficción, los movimientos populares fueron neutralizados
por las tropas constitucionalistas, implantaron una nueva constitución
englobando algunos temas pro pugnantes a los temas concernientes a los obreros
y a la repartición agraria, que más bien fue muy tibia, creó el ejido que
funcionó por mucho tiempo como legado de estos luchadores, hasta el gobierno
salinista que 80 años después le puso
fin.
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