domingo, 24 de mayo de 2015

Campesinos en armas



Los ejércitos revolucionarios del norte y del sur en realidad no eran tan diferentes.
Ambos surgieron del estrato popular, eran campesinos, obreros, transportistas pero también existieron hombres de clase media que en busca de un cambio se iban a la bola, un ejemplo perfecto son las fotos anteriores a simple vista se ven personas en armas, la primera y segunda son tropas villistas, la tercera y cuarta son zapatistas. Lo que podía cambiar era la vestimenta, el arma, o la cantidad de municiones, esto se debía a la facilidad de las tropas del norte para abastecerse vía Estados Unidos y en el caso sureño las pocas armas que podían comprar eran a precios muy alto, incluso se veían obligados a abastecerse quitándole su suministro a las tropas federales, pero los motivos por los que peleaban eran los mismos: cambiar su manera de vivir. Ambas comunidades llevaban años siendo explotadas, humilladas, segregadas, oprimidas y marginadas

 
La mayoría de las veces los mandos eran de extracción media como Zapata que aunque no había nacido en la abundancia, había logrado hacer un capital estable, había tenido una educación elemental; en cambio Villa nació en la pobreza, en una familia destinada a servir al patrón y durante 17 años de su vida se dedicó al bandidaje, sin una educación elemental, aprendiendo de las experiencias de la vida. Sin lugar a dudas ambos fueron hombres sabios que entendieron el sentir de la gente y lograron conducir fuerzas armadas sin tener instrucción en el colegio militar.
En la cuestión ideológica, Zapata es un parteaguas, sin duda el caudillo más radical que desde 1910 buscó adherirse al Plan de San Luis por la promesa de la repartición agraria pero al mostrarse hostil el gobierno maderista, Zapata decidió formular su propio plan, así nació el Plan de Ayala que bajo el lema Tierra y libertad propugnaba por la repartición de la tierra que había sido robada por los hacendados, además se creó una nueva manera de vivir, pues los campesinos se autogobernaban y solo veían la autoridad en su jefe zapatista local que se reportaba con la superioridad del ejército libertador del sur.
Villa se cuece aparte, dentro de sus múltiples leyendas que a veces el mismo alimentaba existía una en particular que contaba el robo de cierto dinero que sería repartido entre la banda de bandidos con la que cometía los ilícitos, pero Villa desapareció con el botín el cual lo fue a repartir entre la gente pobre. Realmente no podemos saber si el reato es cierto, pero su efímero gobierno en la capital chihuahuense dejó entrever una actitud similar a la leyenda. Apenas a unas semanas de tomar posesión confiscó lolas tierras de los hacendados, éstos sería administrados por el gobierno estatal y al finalizar la Revolución dichas tierras se repartirían entre el gobierno, los soldados y los hacendados, por otra parte Villa eliminó los precios especulativos en el precio del pan, la leche y de la carne que de un peso pasó a 15 centavos además creó 50 escuelas. Si bien es cierto que villa careció de un escrito ideológico, sus acciones en Chihuahua dan cuenta de lo que él quería para el pueblo tal vez influido por Gildardo Magaña cuando estuvo recluido en la capital de México.
Ambos caudillos no pudieron generar mayores logros debido a que siempre estuvieron dominados por un localismo, Villa en la zona de Durango y Chihuahua y Zapata en Morelos.
Ambos grupos revolucionarios contribuyeron notablemente a la derrocamiento del gobierno de Victoriano Huerta, pero no estaba en los planes del primer jefe de la Revolución, Venustiano Carranza una reforma agraria profunda por lo que las relaciones con Villa y Zapata se habían enfriado mucho. El conflicto alcanzo niveles mayores cuando todas las facciones revolucionarias se reunieron en Aguascalientes para decidir los destinos de la Revolución, todas las facciones. Menos una la carrancista. En dicha convención se acordó elegir a un general, Eulalio Gutiérrez, como presidente para que éste convocara a nuevas elecciones; además se aprobó la entrada en vigor del Plan de Ayala por lo que la repartición agraria comenzaría de inmediato.
En diciembre de 1914 las fuerzas populares de la Revolución entraron en la capital. La foto de arriba sintetiza la lucha armada pues en ella se puede ver: detrás de los dos cornetas zapatistas, de izquierda a derecha 1. Lucio Blanco (campesino), 2. Rafael Buelna (estudiante), 3. Otilio Montaño (Maestro rural), 4. Tomás Urbina (cuatrero), 5. Emiliano Zapata (caballerango), 6. Francisco Villa (bandolero), 7. En medio de ellos Everardo González (campesino), 8. Rodolfo Fierro (maquinista).
La toma del poder de un país por parte de las clases populares, esta foto representa el punto más alto conquistado por las clases populares, En palacio nacional Urbina, Villa, Zapata, Montaño Y Fierro. Villa sentado en lo que por muchos años se consideró la silla presidencial, aunque Villa y Zapata no buscaban cargos públicos, buscaban el reparto agrario de las tierritas.
Ya sea vestidos de manta o de cuero, con uniforme militar o traje de charro, portando Remington calibre 30 o Máuser 98, el hartazgo poseído por villistas y zapatistas los impulsó a matar 2 veces soldados federales y posteriormente soldados zapatistas en busca de defender los logros alcanzados. Si pudiéramos detener ahí la historia en el momento en que las clases populares por fin fueron vengadas por estos héroes sería una de esas historia con final feliz, pero como la realidad supera a la ficción, los movimientos populares fueron neutralizados por las tropas constitucionalistas, implantaron una nueva constitución englobando algunos temas pro pugnantes a los temas concernientes a los obreros y a la repartición agraria, que más bien fue muy tibia, creó el ejido que funcionó por mucho tiempo como legado de estos luchadores, hasta el gobierno salinista  que 80 años después le puso fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario